jueves, 9 de febrero de 2012

La muerte del cyberflâneur

SketchBloom

A finales de los 90s, según Evgeny Mozorov, circulaba la idea de que Internet daría lugar a la ciberflânerie: un brillante futuro digital, desbordante de alegría, intriga y serendipia. Internet sería para los internautas, como las calles y las ciudades fueron para los flanêurs: un espacio para el descubrimiento y la sorpresa.

Pero parecer ser que la ciberflânerie ha corrido la misma suerte que su práctica off-line. Tanto Charles Baudelaire como Walter Benjamin, vieron en el flâneur un símbolo de la modernidad, que a día de hoy ha quedado asociado al París del siglo XIX. Un flâneur sería alguien que caminaría tranquilamente por las calles y galerías comerciales para cultivar lo que Balzac denominaba la "gastronomía del ojo". Sin ocultar su identidad de una manera deliberada, el flâneur preferiría pasear de incógnito

Sin ser asocial -ya que necesita a las multitudes para poder desarrollarse- no se mezcla con los demás y prefiere recrearse en su soledad. Y disponía de todo el tiempo del mundo, hasta tal punto que algunos sacaban sus tortugas de paseo (!). Si bien el flâneur circulaba por las galerías comerciales, no cedía ante las tentaciones del consumo: aquel era simplemente un espacio para una rica experiencia sensorial. Su objetivo era observar, darse un baño de multitudes, para apropiarse de sus ruidos, su caos, su heterogeneidad y su cosmopolitanismo. Ocasionalmente, narraría lo que veía a través de breves ensayos o escritos en la prensa.  

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIX, París experimentó un rápido y profundo cambio, debido a grandes reformas en la planificación urbanística. Las pequeñas calles medievales fueron demolidas y se crearon grandes bulevares abiertos y transparentes (tanto por motivo de higiene como para impedir las barricadas revolucionarias), proliferó la iluminación a base de gas y el creciente atractivo de pasar el tiempo al aire libre transformó la ciudad. Poco a poco, el tráfico en las calles hizo de los paseos contemplativos algo peligroso, y las galerías comerciales fueron reemplazadas por establecimientos comerciales mucho más grandes y utilitarios. Así, la racionalización de la vida en las ciudades llevó a la decadencia de la flânerie.


código sur

De manera similar, cuando el ciberespacio era aún un territorio virgen, proliferó una visión romántica que fácilmente encajaba con la noción del cyberflâneur: Internet era un refugio para los bohemios y hedonistas.  Pero al igual que sucedió en las ciudades, Internet dejó de ser un espacio para "pasear" o "navegar" para convertirse en un lugar en el que "hacer cosas". No sólo porque las aplicaciones hacen cada vez más innecesaria esa búsqueda, sino porque el tempo de la web es también cada vez más veloz.
That’s no surprise: people like speed and efficiency. But the slowly loading pages of old, accompanied by the funky buzz of the modem, had their own weird poetics, opening new spaces for play and interpretation. Occasionally, this slowness may have even alerted us to the fact that we were sitting in front of a computer. Well, that turtle is no more.
También Google nos organiza cada vez más la información y  nos responde nuestras preguntas, haciendo por lo tanto de Internet, un lugar cada vez menos propicio para la cyberflânerie. Sin embargo es Facebook quien está transformando de manera más radical la arquitectura del acceso a la información.
Everything that makes cyberflânerie possible — solitude and individuality, anonymity and opacity, mystery and ambivalence, curiosity and risk-taking — is under assault by that company.
El objetivo de Facebook es hacer de Internet un lugar en el que ver películas, escuchar música, leer libros e incluso hacer búsquedas sea algo no sólo abierto sino social y colaborativo.
  
Now, if Mr. Zuckerberg really believes what he said about cinema, there is a long list of films I’d like to run by his friends. Why not take them to see “Satantango,” a seven-hour, black-and-white art-house flick by the Hungarian auteur Bela Tarr? Well, because if you took an open poll of his friends, or any large enough group of people, “Satantango” would almost always lose out to something more mainstream, like “War Horse.” It might not be everyone’s top choice, but it won’t offend, either — that’s the tyranny of the social for you. Besides, isn’t it obvious that consuming great art alone is qualitatively different from consuming it socially? And why this fear of solitude in the first place?
Esta idea de que la experiencia individual es en cierta medida inferior que la colectiva, es lo que ha llevado a Facebook a pensar que a partir de ahora sólo tenemos que pensar en las cosas que no queremos compartir, mientras que todo lo demás será compartido automáticamente.
Sadly, frictionless sharing has the same drawback as “effortless poetry”: its final products are often intolerable. It’s one thing to find an interesting article and choose to share it with friends. It’s quite another to inundate your friends with everything that passes through your browser or your app, hoping that they will pick something interesting along the way.
El hecho de que herramientas como Facebook seleccionen la información que "nos interesa" es lo que definitivamente mata la cyberflânerie, ya que el sentido de las andanzas de un flâneur es el no saber qué es realmente lo que le interesa.
As the German writer Franz Hessel, an occasional collaborator with Walter Benjamin, put it, “in order to engage in flânerie, one must not have anything too definite in mind.” [...]According to Benjamin, the sad figure of the sandwich board man was the last incarnation of the flâneur. In a way, we have all become such sandwich board men, walking the cyber-streets of Facebook with invisible advertisements hanging off our online selves. The only difference is that the digital nature of information has allowed us to merrily consume songs, films and books even as we advertise them, obliviously.
 Este texto es una traducción en una versión reducida del original de Evgeny Mozorov,
 publicado en The New York Times: The Death of the Cyberflâneur

   
Más sobre el flâneur en: El caminante y el flâneur

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...