viernes, 21 de octubre de 2011

El caminante y el flâneur


Cuando se habla de movilidad en las ciudades, se suele poner como ejemplo los países del norte de Europa: Alemania, Holanda, Dinamarca... Es admirable lo que se ha conseguido allí con la bicicleta. Sin embargo, son muy pocos los que prestan atención a otra forma de moverse no contaminante con la que España consigue resultados similares: caminando....Leer más
La embriaguez se apodera de quien ha caminado largo tiempo por las calles sin ninguna meta. Su marcha gana con cada paso una violencia creciente; la tentación que suponen tiendas, bares y mujeres sonrientes disminuye cada vez más, volviéndose irresistible al magnetismo de la próxima esquina, de una masa de follaje a lo lejos, del nombre de una calle. Entonces llega el hambre. Él no quiere saber nada de los cientos de posibilidades que hay para calmarla. Como un animal ascético, deambula por barrios desconocidos hasta que, totalmente exhausto, se derrumba en su cuarto, que le recibe en medio de su extrañeza. [M 1,3]


"Su ojo abierto, su oído preparado, buscan otra cosa muy distinta a la que la muchedumbre viene a ver. Una palabra dicha al azar le va a revelar uno de esos rasgos de carácter que no pueden inventarse y que hay que coger al natural; esas fisonomías tan ingenuamente atentas van a proporcionar al pintor una expresión que él soñaba; un ruido, insignificante para cualquier otro oído, va a llamar la atención al del músico, y a darle la idea de una combinación armónica; incluso al pensador, al filósofo perdido en sus reflexiones, esa agitación exterior le es beneficiosa, porque mezcla y sacude sus ideas, como hace la tempestad con las olas del mar...la mayoría de los hombres de genio han sido grandes flâneurs, pero flâneurs laboriosos. A menudo, en el momento en que el artista parecen menos ocupados en su obra es cuando más profundamente inmersos están en ella. En los primeros años de este siglo, todos los días se podía ver a un hombre caminando alrededor de las murallas de la ciudad de Viena, sin importar el tiempo que hiciera, con nieve o con sol: era Beethoven, que, paseándose, repetía en su cabeza sus admirables sinfonías antes de verterlas al papel; para él el mundo ya no existía; en vano podía uno descubrirse respetuosamente en su camino: él no veía nada; su mente estaba en otra parte". Gran diccionario universal, por Pierre Larouse, VIII, París, (1872), p. 436 (artículo "flâneur"). [M 20 a, 1].

Ambos fragmentos están extraídos de:
Walter Benjamin.
El libro de los pasajes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...