martes, 29 de noviembre de 2011

Sojourner Truth: ¿acaso no soy una mujer?


Sojourner Truth fue el nombre adoptado por Isabella Baumfree. Nacida en 1797 bajo régimen de esclavitud en Nueva York, pasó por numerosos procesos de compra-venta y una vida llena de maltratos hasta que en 1826 escapara a Canadá con una de sus hijas, sólo unos meses antes de que el proceso de abolición de la esclavitud se hiciera efectivo en el Estado. De vuelta ya en Estados Unidos, en 1843 Baumfree adoptó su nuevo nombre y convertida al metodismo, se dedicó a la predicación evangélica y a la defensa del abolicionismo de la esclavitud. Durante tres años (1844 - 1847) formó parte de  la comunidad Northampton Association of Education and Industry, la cual, fundada por abolicionistas, defendía los derechos de las mujeres, la tolerancia religiosa y el pacifismo. Tras su disolución, trabajó como empleada doméstica durante más de un decenio.
        En 1850 sus memorias (que habían sido dictadas a Oliver Gilbert) aparecieron publicadas bajo el nombre de The Narrative of Sojouner Truth: A Northern Slave. A partir de ese momento, Truth se convirtió en una reconocida oradora en defensa del abolicionismo y de los derechos de las mujeres hasta su muerte en 1883. De sus numerosas intervenciones, probablemente la más conocida fue la que pronunció en la Convenciónde los Derechos de las Mujeres de Ohio en 1851. La primera versión publicada ese mismo año por el periodista Marius Robinson, asistente a la Convención,  dice así:

Quiero decir algunas palabras sobre este asunto. Soy una mujer de derechos. Tengo tantos músculos como cualquier hombre  y puedo trabajar tanto como cualquier hombre. He arado, cosechado, desgranado, cortado y segado: ¿puede algún hombre hacer más que eso? He oído mucho sobre la igualdad de los sexos. Puedo cargar tanto como un hombre, y comer tanto como él, si puedo conseguir esa comida. Soy tan fuerte como cualquier hombre. En cuanto a la inteligencia, todo lo que puedo decir es, si una mujer tiene una pinta, y un hombre un cuarto - ¿por qué ella no puede tener su pequeña pinta llena? No deben temer darnos nuestros derechos porque queramos demasiado-, porque queramos más de lo que nuestra pinta soporta. Los pobres hombres parecen estar confundidos y no saben qué hacer. Porque, criaturas, si tenéis los derechos de las mujeres, dádselos y os sentiréis mejor. Tendréis vuestros propios derechos y ellas no serán un gran problema. No sé leer, pero sé escuchar. He oído la biblia y he aprendido que Eva llevó a pecar al hombre. Bien, si la mujer subvirtió el mundo, dadle la oportunidad de que lo enderece de nuevo. La señora ha hablado sobre Jesús, sobre como nunca rechazó a las mujeres, y ella tiene razón. Cuando Lázaro murió, María y Marta se acercaron a él con fe y amor y le suplicaron que resucitase a su hermano. Jesús lloró y Lázaro se irguió de nuevo. ¿Y cómo llegó Jesús al mundo? Fue Dios quien lo creó y la mujer quien lo dio a luz. Y el hombre ¿dónde estuvo su papel? Las mujeres están discutiendo sobre las bendiciones de Dios y algunos hombres se están acercando a ellas. Pero el hombre está en un lugar reñido, el pobre esclavo trata de ir por encima de él, las mujeres tratan de ir por encima de él, así el hombre se encuentra entre un halcón y un águila.
Traducción propia a partir del texto publicado en la versión inglesa de Wikipedia.


Sin embargo, fue la versión de Frances Dana Barker Gage, una de las organizadoras del congreso, la que se convirtió en el estándar histórico. Publicada en 1863 y titulada Ain't I  a woman?, Barker adaptó el discurso original el inglés de Truth -quien hasta los nueve años sólo había hablado holandés- al estilo sureño.

Bien, criaturas, donde hay tanto jaleo algo debe estar mal. Creo que entre los negros del Sur y las mujeres del Norte, todos hablando sobre derechos, los hombres blancos van a verse en un aprieto muy pronto. Pero ¿qué es todo sobre lo que estamos hablando?
        Aquel hombre de allí dice que las mujeres deben ser ayudadas para entrar en los carruajes y levantadas sobre las acequias y tener los mejores lugares en todos sitios. ¡Nunca nadie me ayudó a entrar en un carruaje, ni a pasar por encima de los charcos, ni se me cedió el mejor lugar! Y, ¿acaso no soy una mujer? ¡Mírenme! ¡Miren mi brazo! He arado y cultivado, y recolectado en graneros, y ningún hombre pudo encabezarme. Y, ¿acaso no soy una mujer? Podría trabajar tanto como un hombre y comer tanto como un hombre -cuando consiguiera esa comida- y ¡también soportar los azotes! Y, ¿acaso no soy una mujer? He dado a luz trece criaturas, y he visto como la mayorías eran vendidos como esclavos, y cuando grité mi profundo dolor, ¡sólo Jesús me escuchó! Y, ¿acaso no soy una mujer?  
    Entonces ellos hablan de esta cosa en el cabeza; ¿como lo llaman? [un miembro del público susurra, 'inteligencia']. Eso es, cielo. ¿Qué tiene eso que ver con los derechos de las mujeres o de los hombres? Si en mi vaso solo cabe una pinta, y el tuyo un cuarto, ¿no dejarías que llenase yo mi pequeña mitad?
    Después aquel hombrecillo negro de allí dice que ¡las mujeres no pueden tener tantos derechos como los hombres, porque Cristo no era una mujer! ¿De dónde vino Cristo? ¿De dónde vino tu Cristo? ¡De Dios y una mujer! El hombre no tuvo nada que ver con Él.
     Si la primera mujer hecha por Dios tuvo la fuerza suficiente para poner ella sola el mundo patas arriba, estas mujeres juntas deberían ser capaces de enderezarlo de nuevo. Y ahora que ellas quieren hacerlo, es mejor que los hombres lo permitan.
     Agradecida porque me hayan escuchado, ahora la vieja Sojourner no tiene nada más que decir.
Traducción propia a partir de esta versión

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