María Moliner -para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y -a mi juicio- más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella consideraba su verdadero oficio: remendar calcetines. Uno de sus hijos, a quien le preguntaron hace poco cuántos hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una hembra y el diccionario». Hay que saber cómo fue escrita la obra para entender cuánta verdad implica esa respuesta.
Estas son algunas de las ya célebres palabras que el escritor Gabriel García Márquez dedicara con motivo de la muerte de María Moliner, en un artículo publicado el año 1981.
Nacida en 1900 en un pueblo de Aragón, a la edad de 4 años se trasladó a Madrid. Sin embargo, apenas iniciado el bachillerato, su padre abandona la familia, y junto con su madre y sus hermanos vuelven a Zaragoza, donde María se dedica a dar clases para aportar ingresos y termina de cursar el bachillerato por libre. En 1921 se licencia en Historia, después de haberse formado y trabajado como filóloga y lexicógrafa en el Estudio de Filología de Aragón. Un año más tarde, ingresa en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Sus primeros meses los pasa trabajando en el archivo de Simancas, pero los problemas de salud de la madre, le hacen solicitar un traslado a Murcia. Es allí donde conoce a su marido, Fernando Ramón y Ferrando, catedrático de Física, quienes después de casarse se mudarían a Valencia. Tras todos estos años dedicados a la archivística, Moliner intenta conseguir un plaza en la Biblioteca Provincial de Valencia, tal y como expresa en una carta, incluida en la exposición “María Moliner: mujer, bibliotecaria y lexicógrafa”, que hasta el 30 de enero se puede visitar en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid.
Mi interés en solicitar ese traslado estriba en el deseo de abandonar ya el servicio en archivos de delegación de Hacienda, donde llevo prestándolo cerca de ocho, obligada por exigencias de residencia, pero siempre con el natural desagrado por tratarse de establecimientos en los que la índole puramente administrativa de los fondos hace que sea nulo el entusiasmo por el trabajo [...] Para un hombre resulta más fácil, una vez cumplidas las obligaciones de su cargo oficial, y, si estas no responden a su vocación, dar empleo a su capacidad sobrante en otras actividades más de su gusto. Pero, para una mujer, ya es bastante que pueda sustraer a las atenciones familiares, sobre todo en el periodo en que las obligaciones de la maternidad son más absorbentes, las horas que ha de dedicar a su cargo oficial y, por tanto, es más sensible que este sea tan árido y falto de espiritualidad, cuando ella tiene capacidad de entusiasmo por su labor y una vocación demostrada en la práctica de una determinada preparación [...] Preparación, en cuanto a mí, que yo he procurado perfeccionar, dedicándome, por ejemplo, al estudio del alemán que traduzco correctamente.
Moliner no consiguió esa ansiada plaza, sin embargo, en 1931 encontró en el proyecto de las Misiones Pedagógicas un espacio natural en el que desarrollar su vocación: logró crear una red de 105 bibliotecas rurales en el área de Valencia. Tras el golpe militar de 1936 sería destinada al frente de la Biblioteca Universitaria de Valencia y a la dirección de la Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional, puestos desde los que diseñó el Plan para una Organización de las Bibliotecas del Estado.
Todos esos proyectos se desmoronaron con la entrada de las tropas franquistas en Valencia, y María volvió a su cargo en el Archivo, hasta que en 1946 logró volver a Madrid como responsable de la biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales. Después de todo ese periplo, en 1951, y a la edad de 51 años, María inicia el su proyecto de crear un diccionario. Según García Márquez, este pudo forjarse a medida que su papel de madre le iba dejando el tiempo suficiente:
El mayor se hizo médico investigador, el segundo se hizo arquitecto y la hija se hizo maestra. Sólo cuando el menor empezó la carrera de ingeniero industrial, María Moliner sintió que le sobraba demasiado tiempo después de sus cinco horas de bibliotecaria, y decidió ocuparlo escribiendo un diccionario. [...] Calculó que lo terminaría en dos años, y cuando llevaba diez todavía andaba por la mitad. «Siempre le faltaban dos años para terminar», me dijo su hijo menor. Al principio le dedicaba dos o tres horas diarias, pero a medida que los hijos se casaban y se iban de la casa le quedaba más tiempo disponible, hasta que llegó a trabajar diez horas al día, además de las cinco de la biblioteca. En 1967 -presionada sobre todo por la Editorial Gredos, que la esperaba desde hacía cinco años- dio el diccionario por terminado. Pero siguió haciendo fichas, y en el momento de morir tenía varios metros de palabras nuevas que esperaba ver incluidas en las futuras ediciones. En realidad, lo que esa mujer de fábula había emprendido era una carrera de velocidad y resistencia contra la vida.
En 1966 apareció el primer volumen, y un año más tarde, el segundo. Pese que el 1972, una vez consolidado ya el éxito del DUE, fue presentada como candidata para la Academia de la Lengua, su candidatura no fue aceptada. Y comenta García Márquez al respecto:
los muy señores académicos no se atrevieron a romper su venerable tradición machista. [...]. Ella se alegró cuando lo supo, porque le aterrorizaba la idea de pronunciar el discurso de admisión. "¿Qué podía decir yo », dijo entonces, «si en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines?".
El año 2004, dentro de la serie "Mujeres en la Historia",
RTVE emitía el siguiente documental dedicado a la figura y la obra de María Moliner:
El contenido ha sido elaborado a partir de los textos de:
Gabriel García Márquez. La mujer que escribió un diccionario. 10 febrero 1981.
Immaculada de La Fuente. Los bibliotecarios no olvidan a María Moliner. 18 enero 2012.
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