La patera salió de costas marroquíes entre las tres y media y cuatro de la madrugada del día 29 de noviembre. Para dar más datos y cifras, que siempre a los medios les gusta conocer, iban en ella diez bebés con sus mamás, cuatro embarazadas y cinco “solteras”, como los africanos llaman a las mujeres que van solas. El resto eran hombres. Un total de aproximadamente sesenta personas.
“Vamos a morir, estamos sin motor, lo hemos tirado para evitar que el peso haga entrar más agua en la barca”.
“Hay gente sin chalecos salvavidas, ¿cuántos minutos van a tardar en rescatarnos?”
“¿Oyes?, ¿oyes cómo llora?. Es uno de los bebés, tiene tres meses. Las primeras que caen al agua son las mujeres y los niños, no tienen tanta fuerza”
“Hay gente muerta y más gente que va a morir, la barca está casi hundida… Estamos muy cerca de la costa, vemos las casas, vemos los coches, ¿porqué no viene nadie a buscarnos?”
a todas las familias de los que fueron y siguen siendo devorados por el mar.